La felicidad, tan lejos, no se encuentra
Visa U.S.A, de Lisandro Duque
Esta
película se convierte en prueba fiel de toda esa experiencia que ganó su
director (y su equipo) en la fugaz época del “sobreprecio”. Vislumbramos un estilo
estructurado, no muy barroco sino decantado brillantemente.
La
película se mueve entre el drama y la comedia; resulta muy difícil no soltar la
carcajada cuando Adolfo, nuestro protagonista, decide estrenarse la chaqueta
que ha mandado su hermano desde el norte a pesar del calor, o qué decir de la
imaginación del protagonista cuando su amor se ve amenazado por Pedro
Guillermo.
Adolfo
es hijo de un pequeño avicultor, él odia las gallinas y por eso da algunas
clases de inglés particulares (idioma que domina gracias a un set de cd’s que su hermano le mandó desde
Nueva York), sueña con irse para los Estados Unidos y convertirse en un gran
locutor. Nadie, ni sus padres, pueden sacarle la idea de irse para la “U.S.A”.
Su hermano ya vive allá, o sea que lo único que está esperando es que él mande
la plata.
Lisandro
Duque trae un guión muy bien elaborado-que es lo que sin duda define la
película y le da un poder narrativo de alta calidad-.
El
encanto de esta película es que cualquiera se puede identificar con el
protagonista, con Adolfo, y por qué no, con su amigo “Moncho” o ¿quién no ha
sufrido con las, al parecer inacabables, vueltas de la visa? ¿quién no ha
sufrido y hecho cualquier cosa por el amor?
La
factura de la película sorprendió para la época pues fue hecha de manera muy
prolija, con mucho cuidado en el sonido y en la estética. La fotografía de la
película ha sido premiada en algunos festivales. Lisandro Duque se aprovechó
muy bien de su director de fotografía, Raúl Pérez Ureta, que también ya tenía
muy buen bagaje. Juntos crean una atmosfera que, como decía antes, es imposible
no verse atrapado por ella. Hay muchos juegos con la luz: Los más inteligentes
los vemos en la escena de los billares, donde el amor de Adolfo por Patricia se
consolida aún más.
La
película, llena de escenas memorables (cómo olvidar el baile de los enamorados
bajo la lluvia o el muñeco de arroz que se ve destruido ante la inmensa
necesidad), triunfa en cada plano que transcurre. Un deleite completo.
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