Saber Cine

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lunes, 3 de agosto de 2015

Black Coal, Thin Ice, de  Diao Yinan


Esta producción china del 2014 fue premiada en la versión 64 del Festival Internacional De Cine De Berlín (Berlinale) con el premio mayor (el oso de oro). Después de verla quedo un tanto preocupado y un tanto sorprendido.


La película desde el principio se propone enmarcarse en unos códigos de cine negro que, como espectadores, ya conocemos. Sin embargo, el objetivo  a partir de casi  ese mismo momento es alejarse de esos códigos o arquetipos para tratar de sorprender al público ¿Lo logra? 


Black Coal, Thin Ice pertenece a corriente de "cine festivalero" que pasa por "cine de autor", cuando en realidad no lo es. La película comienza proponiéndole al espectador una estructura narrativa de rompecabezas, nos toca a nosotros armar las piezas y llegar a las conclusiones ¿Qué tan fácil es? Además de fácil, puede (de a ratos) volverse predecible.


La producción tiene lo de siempre: Constantemente estamos en una China donde no hay glamour, asistimos a un mundillo un poco sucio, mundano; está el detective que, después de no poder resolver un caso cae en la bebida, pero después de varios años será él quien resuelva todas las paradojas que acosan al renovado cuerpo policial; la mujer misteriosa y bonita que al final termina convirtiéndose en protagonista.  Todo esto parece una fórmula que el director, de manera brillante, disfraza haciendo planos largos (unos muy buenos, otros no tanto), imprimiendo en su película ese "mood" que podríamos decir tienen las películas que ganan ciertos reconocimientos en ciertos certámenes. Pero no es suficiente, Black Coal, Thin Ice parece querer revistar el género pero no lo hace desde el guion y es ahí donde falla enormemente, donde ese título que parecía tan prometedor queda nada más en adjetivos obvios y en conexiones forzosas.





La fotografía es de resaltar, el fascinante juego con los colores que el cinemetógrafo "justifica" con la decoración de los lugares es bellísimo. En algunas escenas (las de la pista de hielo, por ejemplo) hay un poder que nos engancha como espectadores, la tensión aumenta y el juego con las decisiones planimétricas del director es maravilloso.

Casi final del metraje las cosas cambian un poco y parece que la película toma mejor conciencia de la evidente separación que quiere hacerse con el género. Un no muy sorprendente (necesario solamente) giro en la historia pone a nuestros personajes a repensar sus vidas, tienen un gran dilema al frente y nosotros los vemos sentir ese peso, tienen que tomar una decisión que no quieren. Ahí hay valor. Luego, un final sobresaliente (la escena donde nuestro protagonista baila donde está siendo feliz y la cámara nos deja solo con él, sin moverse, es memorable)  nos hace creer que estuvimos ante una pieza que tiene para decirnos mucho o al menos una cosa nueva, importante...¿Será esa ilusión la que le dio el Oso De Oro?


Black Coal, Thin Ice es una producción de nivel técnico impecable pero que se queda corta frente a las expectativas que propone.




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