Eres mujer
La eterna noche de las doce lunas, de Priscila Padilla
La
reconocida documentalista Priscila
Padilla viaja al extremo norte colombiano, a la Guajira, a la tierra wayuu.
Allí, en medio del inhóspito desierto, de los despojados árboles y la
inmensidad del mar, encontró una tradición que parece ser sacada de otro mundo,
de una fábula de García Márquez, de otra era: La mujer wayuu, cuando tiene su
primera menstruación es considerada ya una mujer. Para completar ese paso de la
infancia a la adultez (donde en este último ya no podrá reír) debe someterse al
encierro. El encierro se divide en varias etapas y pretende ser un vasto
ejercicio del entendimiento y reflexión del propio ser; en una primera fase
ella deberá estar inmóvil en su “chinchorro” (hamaca) “no podrás mover ni brazos ni
piernas. Tienes que permanecer bien quieta. Como si estuvieras muerta” le decía
la abuela a su nieta (la protagonista del documental) en la etapa de
preparación,
no podrá hablar y solo recibirá visitas de sus parientes mujeres más cercanas;
luego deberá aprender el arte del tejido-que es representativo de la comunidad
wayuu- y entender las costumbres de su pueblo para ponerlas en práctica.
Padilla
se concentra en la historia de Pili, que está a punto de dejar su niñez y
convertirse en una mujer. El documental tiene una factura increíble. La
fotografía es espectacular, los angustiantes paisajes te encierran y, con ayuda
del sonido, el documental te atrapa.
Entre
imágenes y pensamientos de Pili y sucesos que ocurren en su tribu mientras ella
se hace mujer transcurre el documental. Es un acercamiento a la realidad wayuu
de hoy, donde sus rituales sagrados, como el encierro, se han ido perdiendo cada
vez más pero que las prácticas de la compra de la mujer aún no se acaban, porque,
como decía la directora en una entrevista, los hombres sienten esa práctica
como una verdadera responsabilidad. También, de una manera muy espiritual, se acerca a los orígenes de
la comunidad. Un viaje que, entre lo místico y lo filosófico, hace ver uno de
los grandes hechos universales, la primera menstruación en las mujeres, como
algo más profundo, algo sagrado.
También
actúa como una intensa reflexión, tanto del papel de la mujer como el papel de
las comunidades indígenas en general que, poco a poco y sin saberlo están
habitando en medio de una sociedad que amenaza con extinguirlos. Unas sociedades
milenarias y que en menos de un decenio no tuvieron más remedio que rendirse
ante la inclemente globalización.
Una
película que sirve como reivindicación hacia los ancestros de nuestro país y
también para reconocernos pero, sin duda el logro más importante de este
documental es que abre el espacio para una vasta reflexión personal y sirve como ventana al mundo, en especial para Colombia, para
divulgar lo interesante que es la sabiduría indígena, en este caso la wayuu.
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