Saber Cine

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lunes, 3 de agosto de 2015

Eres mujer    

La eterna noche de las doce lunas, de Priscila Padilla   

La reconocida documentalista  Priscila Padilla viaja al extremo norte colombiano, a la Guajira, a la tierra wayuu. Allí, en medio del inhóspito desierto, de los despojados árboles y la inmensidad del mar, encontró una tradición que parece ser sacada de otro mundo, de una fábula de García Márquez, de otra era: La mujer wayuu, cuando tiene su primera menstruación es considerada ya una mujer. Para completar ese paso de la infancia a la adultez (donde en este último ya no podrá reír) debe someterse al encierro. El encierro se divide en varias etapas y pretende ser un vasto ejercicio del entendimiento y reflexión del propio ser; en una primera fase ella deberá estar inmóvil en su “chinchorro” (hamaca) “no podrás mover ni brazos ni piernas. Tienes que permanecer bien quieta. Como si estuvieras muerta” le decía la abuela a su nieta (la protagonista del documental) en la etapa de preparación, no podrá hablar y solo recibirá visitas de sus parientes mujeres más cercanas; luego deberá aprender el arte del tejido-que es representativo de la comunidad wayuu- y entender las costumbres de su pueblo para ponerlas en práctica.

Padilla se concentra en la historia de Pili, que está a punto de dejar su niñez y convertirse en una mujer. El documental tiene una factura increíble. La fotografía es espectacular, los angustiantes paisajes te encierran y, con ayuda del sonido, el documental te atrapa.
Entre imágenes y pensamientos de Pili y sucesos que ocurren en su tribu mientras ella se hace mujer transcurre el documental. Es un acercamiento a la realidad wayuu de hoy, donde sus rituales sagrados, como el encierro, se han ido perdiendo cada vez más pero que las prácticas de la compra de la mujer aún no se acaban, porque, como decía la directora en una entrevista, los hombres sienten esa práctica como una verdadera responsabilidad. También, de una manera  muy espiritual, se acerca a los orígenes de la comunidad. Un viaje que, entre lo místico y lo filosófico, hace ver uno de los grandes hechos universales, la primera menstruación en las mujeres, como algo más profundo, algo sagrado.


También actúa como una intensa reflexión, tanto del papel de la mujer como el papel de las comunidades indígenas en general que, poco a poco y sin saberlo están habitando en medio de una sociedad que amenaza con extinguirlos. Unas sociedades milenarias y que en menos de un decenio no tuvieron más remedio que rendirse ante la inclemente globalización.


Una película que sirve como reivindicación hacia los ancestros de nuestro país y también para reconocernos pero, sin duda el logro más importante de este documental es que abre el espacio para una vasta reflexión personal y  sirve como ventana  al mundo, en especial para Colombia, para divulgar lo interesante que es la sabiduría indígena, en este caso la wayuu.



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