Saber Cine

Saber Cine

sábado, 3 de junio de 2017

Te prometo anarquía, de Julio Hernández Cordón



La más reciente película de Julio Hernández Cordón se estrenó en la selección oficial del Festival de cine de Locarno. Su punzante y rotunda visión, su seca cinematografía, el hermoso título y la exploración de sus personajes convierten al filme en uno de los mejores ejercicios cinematográficos realizados recientemente en Latinoamérica. 



Dos amigos, corroídos por la posibilidad del dinero fácil, trafican sangre en un vertiginoso México. Los separan sus orígenes: Miguel es de una clase alta con todas las comodidades a su alcance; Johnny ha sido menos privilegiado y conoce a Miguel porque su madre trabaja para la familia de Miguel. Los une el mundo del skate y el amor. Los dos parecen amarse. Hay un obstáculo: Johnny también tiene una especie de novia. Las etiquetas para definir no aplican acá: ambos personajes destilan una indeterminación, tan aparentemente moderna en la vida de hoy, que alimenta en ellos la certeza de creer saber de lo que huyen pero ignorando que no tienen ni idea de lo que buscan. 




La película arranca con toda la fuerza: en medio de un búnker, empapados por una luz rojiza, Miguel y Johnny hacen el amor. Su vínculo es más fuerte que la inestabilidad que los rodea y del temor que se les avecina. Las pulsiones de esa juventud perdida se encuentran con la tragedia y la inestabilidad política para crear un ambiente sórdido donde la única salida parece ser el amor, aunque no siempre salga como se quiere. Se conjugan en el film una muy diciente música, un estilo que remite al no participar, sino a observar y una sensibilidad propia del director para narrar lo intrépido y volátil de las relaciones en la juventud.


En medio de la organización de un jugoso negocio todo sale mal y los personajes son dejados a la deriva con el peso de las acciones que hicieron, ahora cargan con un destino que no pidieron. No tienen otra opción que escapar, huir de ellos mismos. La película gira para, desde la mirada de los amantes en fuga, examinar una preocupación política y social. En ese mundo, estos dos jóvenes no pueden más que amarse, no ven otro modelo de vida diferente al que la calma de la rutina con el otro les proporciona. No lo pueden evitar y lo manifiestan con sus descontroladas emociones, sus confrontaciones. Siempre hay fricción y liberación en sus encuentros.

Al final, en un tono amargo, la ilusión de amor, la esperanza de compartir el lazo. Ese amor que, en medio de la desesperación y el miedo, siempre promete salvarnos.